Llegué a este hermoso oficio un poco por azar, hace cerca de dos años y me fuí enamorando de las maderas y los sonidos, del aroma de la viruta y el aserrín, aprendiendo la belleza del trabajo paciente y calmado, ajeno al veloz trajin de la modernidad.
En mi trabajo utilizo maderas nativas del bosque valdiviano (alerce, lingue, ciruelillo, avellano, melí, raulí) y espino de la zona central. Me esfuerzo en conseguir un sonido óptimo y un diseño que realze la belleza natural de las maderas.
Los primeros acordes salidos de una guitarra o un charango son la mejor recompensa a semanas y meses de trabajo.
domingo, 5 de octubre de 2008
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